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lunes, 23 de agosto de 2010

PRESENTACIÓN DEL LIBRO ¡Que hablen los presos!.

MARÍA AURORA ZAMORA MARTÍNEZ, estuvo en la presentación del libro ¡Que hablen los presos!, Autor: Sócrates A. Campos Lemus.

BUENO, NO ES SENCILLO HABLAR DE UN LIBRO Y DE UN HOMBRE CON EL QUE TENGO LIGADA LA VIDA… pero hay momentos en que se deben enfrentar esos retos y, sobre todo, tomarlo como un momento de conciencia sobre la relación y el hombre, no con el dirigente, no con el compañero, con el padre de familia, sino con el ser humano que me ha enseñado a entender algo de la compleja política mexicana y de las intrigas que se generan para utilizar la ley como un elemento de represión.

En general, es difícil que él hable de esos tiempos y de las cosas pasadas en la cárcel que permaneció 2 años y ocho meses en la cárcel de Lecumberri, en la represión, en el exilio, en la lucha diaria por superarse y ser, por olvidar los resentimientos, la ira, el odio, los celos, por dejar atrás las angustias y preocupación por los demás y sobre todo, para entender que, el presente, es lo que realmente vale. Lo pasado, pasado está y lo futuro no tiene cara aún, no existe. Pero escucho las charlas, escucho los comentarios, sus luchas diarias cuando está escribiendo concentrado metido en su mundo de la verdad de la realidad que vive día a día, sé que este libro es parte de lo mucho que tengo que esperar para comentar porque está sumido en abrir las conciencias o en la tarea diaria de escribir para decir lo que piensa y actuar en consecuencia. Tal vez es violento, duro, difícil, poco flexible en muchos de sus juicios y comentarios, pero estoy convencida, por los largos días y años que tenemos juntos, que es un hombre hecho y derecho, que se ha formado con los golpes de la vida y que es de buena fe y de lealtades con los suyos y con sus ideales y sus creencias.

Él, habla mucho sobre los presos en general, la verdad es que yo soy una mujer guerrera, sensible y quiero a todas las gentes de mi género, creo que las mujeres tenemos que dar una lucha dura, difícil, constante y permanente, cada día para salir y avanzar, para crecer, madurar, para fortalecerse, para entender que podemos ser independientes y libres y que, para esto, tenemos que educarnos, luchar, ser concientes y no quedarnos soplándole al fogón o esperando a que nos den los días y los años esperando al hombre, principe azul, o a los hijos. Sé, porque lo veo todos los días en mi trabajo y en mi vida que las mujeres sufren y lloran, pero sufren más todas aquellas que están presas, con valor o con mentiras, muchas, la inmensa mayoría, sabemos, es culpable por delitos que no conocen o que son inventados para destruir más a esas guerreras que no se dejan vencer. Muchas, han delinquido por hambre, otras, por necesidad, por sus hijos, por amor a sus hombres, finalmente, las mujeres en México seguimos siendo las “soldaderas de la Revolución, " las adelitas" o de la guerra de Independencia o las de las batallas juaristas, todas, cargando cosas y mocosos, estamos siempre al lado de los compañeros, con valor y con temor, con alegría o con dolor, con sufrimiento o con esperanza y esto es lo que ha llevado a muchas mujeres a la Cárcel, sin tener la solidaridad de los demás, juzgándolas como si fueran delincuentes y prostitutas o porque, se lo merecen, dicen los que para evitar el compromiso hablan de las mujeres destrozadas en las crujías de las prisiones. Ahí, son víctimas, lo hemos leído y lo hemos escuchado en las pláticas y comentarios o escritos de Sócrates Campos Lemus, de las propias presas, de los custodios, de los vigilantes, de los funcionarios, de los políticos, de los jueces y sus pandillas, de los demás presos y se les trata no solo como presas, sino como si fueran prostitutas que tienen obligación de atender a desobligados hombres o lesbianas que les exigen los tratos en ese traficar de almas, mentes y de cuerpos. Claro está que, también, hay encarceladas, muchas luchadoras sociales, muchas guerrilleras, muchas presas de conciencia además de las que están presas por las intrigas y las mentiras de sus familiares, de sus compañeros o de los intrigosos que solamente buscan destrozar almas, mentes y cuerpos por medio de las prisiones.

Muchas mujeres sufren las prisiones porque son víctimas de operaciones delictivas que han generado sus compañeros, otras, porque no sabían lo que hacían y su único delito era el de estar en el mal momento con el peor de los acompañantes. Las mujeres, por ser las encargadas de velar por las familias, por velar el crecimiento de los hijos, de estar atentas a las necesidades de todos los que forman las familias, normalmente, no estamos ligadas ni a los delitos ni a los actos criminales, les rehuimos, le “sacamos”, no nos importa lo mucho que necesitemos cosas porque al final de cuentas, nos importa, la seguridad de los nuestros antes que satisfacer ambiciones y necesidades que sabemos, con esfuerzo y trabajo, las resolvemos.

Por desgracia, lo veo y lo palpo día a día, las mujeres que están en la política solamente parecen figurines de acompañamiento, solamente son figuras decorativas o los instrumentos para que sus maridos o sus familiares realicen los negocios y las transas, las complicidades y las corruptelas que les dan dinero, pero que no les dan ni valor ni dignidad, menos, saber que cumplen con su obligación de ser solidarias con las mujeres a las que, se supone, deben defender… por ello, creo que el libro: QUE HABLEN LOS PRESOS, cuando menos, es un faro de luz para entender la realidad y para que todos tengamos conciencia y poder actuar para irla cambiando… por nosotros, por nuestras familias, por los seres que queremos y amamos, por las mujeres y hombres que sufren, porque al final de cuentas, la realidad es que, la política y los políticos, se esfuerzan para hacer sus negocios y sus transas no para atender y resolver los problemas de la sociedad a la que deberían responder y ser leales y actuar en consecuencia. Mil gracias, mi voz es débil y sencilla, pero es la voz de una mujer que, cuando menos, sabe que debemos ser congruentes y concientes para cambiar lo mucho que nos molesta y sabemos que limita y destruye el crecimiento de los nuestros y de nuestras familias.

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